El grabado pertenece a la carpeta "XV Aniversario. Homenaje a Juan Pablo II", proyecto surgido en 1992 y que culmina en el 95. Está integrada por doce aguafuertes originales en la que, además de Chillida y Canogar, participaron Joaquín Vaquero Turcios, Antonio Lorenzo, Elisa Ruiz, Eduardo Naranjo, Joaquín Capa, Oswaldo Guayasamin, Monir Islam, Miguel Condé, Denis Long y Petar (Pedro) Maruna. De cada aguafuerte se estamparon 500 originales cuyas planchas se inutilizaron al final del proceso. La Universidad de Granada posee la carpeta seriada con el número 351/500, cuyos grabados están repartidos en distintas estancias del Hospital Real.
El proyecto surgió con el motivo de financiar el un homenaje con motivo del 15º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, homenaje que nunca se llegó a celebrar. Desde la editorial Solvia, editorial a la que pertenecía Manuel Capa, se había producido una obra en honor al Pontífice la cual fue un autentico fracaso. Para recuperar los beneficios económicos, Capa propuso la creación de una colección de grabados, pero tanto los socios cómo la editorial rechazaron la idea. Aun así, Capa siguió adelante y en 1994 logró que 12 grandes artistas colaboraran en la carpeta de grabados cuyos fondos se destinarían para homenajear al Pontífice. Las ventas comenzaría con el apoyo del nuncio Lajos Kada, pero a finales de 1998 recibió un comunicado desde Roma advirtiéndole del timo y obligando a que se retirará la colección. Hoy en día, sigue sin saberse donde fueron los fondos recaudados. Parece ser que los grabados originales están depositados con la escritura N.10 del protocolo del Notario del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924 - 2002). Es considerado uno de los escultores más importantes de la segunda mitad del siglo XX. En 1947 abandonará la carrera de arquitectura para dedicarse de pleno al dibujo y la escultura. Se trasladará a Paris donde sintió una especial fascinación por la escultura arcaica griega del Louvre. En esta primera etapa realizo una serie de esculturas en yeso y terracota. De vuelta al País Vasco en 1951, comenzará con el arte de la forja, iniciando así un nuevo periodo donde sus esculturas suponían una innovación material unificando la madera y el hierro. Su reconocimiento internacional le vendrá durante los años 50 al exponer en galerías y museos de ciudades como París, Londres, Milán, Madrid, Nueva York o Chicago, y participar en certámenes importantes como la Bienal de Venecia de 1958, donde ganará el Gran Premio Internacional de Escultura, o la Documenta de Kassel de 1959. Durante toda su trayectoria artística Chillida explorar conceptos muy diversos. Más allá de la materia y la forma, lo que quiso expresar Chillida a través de sus obras será una concepción ética, mística y transcendental de la existencia.
Este grabado, representativo en la carrera de Chillida, se define por las sólidas formas negras que atrapan el peso de la composición y expanden su fuerza al juego de cuadrados y rectángulos del papel. La sabia belleza geométrica de este grabado simboliza la escena del calvario en la que la cruz central, la de Jesús, alarga su brazo para dar apoyo al "buen ladrón". La sobriedad se pone de manifiesto en la rotunda densidad del negro sobre el blanco, sólo matizado por el repujado del papel que crea sutiles líneas de unión entre las tres cruces, a modo de contrapunto entre lo liviano y lo pesado.
En el margen inferior de la obra aparecen a grafito las siguientes inscripciones: "Chillida / E." en el ángulo inferior izquierdo y "351 / 500" en el derecho