En el antiguo convento de la Trinidad se estableció desde 1837 hasta 1872 el Museo Nacional de Pintura y Escultura, con una colección formada por obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados en el siglo XIX. Tras su cierre, sus obras fueron incorporadas al Museo del Prado. Esta obra parece proceder de la iglesia de la Trinidad donde, con otra serie de lienzos conservados en el Museo del Prado, se situaba en el espacio conocido como la media naranja, de ahí la forma que presenta.
Tras años de no saber cómo trasladar estas obras de forma efectiva, por Real Orden de 29 de octubre de 1900 y tras el derribo del edificio, son trasladadas finalmente al Museo del Prado según está anotado en el Inventario de Nuevas Adquisiciones.
En 1958 son depositadas en el Museo Provincial de Bellas Artes de Granada las cuatro pinturas hagiográficas, quedando esta denominada "Pasaje de la vida de un santo (San Juan Mata)" en la Universidad de Granada el 15 de diciembre de 1981, siendo las otras tres devueltas al Museo del Prado por Orden Ministerial de 29 de noviembre de 1990, cuya acta definitiva es de 24 de febrero de 1997.
Esta pintura tiene una particular forma de parábola u óvalo, como si hubiera estado ubicada en un espacio con forma de luneto o media naranja. Destaca por su expresividad narrativa, mostrando un pasaje religioso con clara intención devocional. La paleta se basa en tonos cálidos y terrosos que envuelven la escena con una atmósfera recogida y solemne, donde el juego de luces y sombras acentúa el dramatismo y resalta las figuras principales.
La escena se centra en un momento íntimo y meditativo, propio de la pintura religiosa barroca, donde el santo, figura protagonista, se presenta en actitud contemplativa. La composición equilibra un primer plano detallado con un fondo que aporta profundidad mediante arquitecturas sugeridas o espacios abiertos, contribuyendo a la sensación de realismo y espiritualidad.
Desde la tipología, la obra se inscribe dentro del género religioso, común en el siglo XVII, que buscaba acercar lo sagrado al espectador a través de imágenes cargadas de emoción y simbolismo. El estilo se caracteriza por un tratamiento naturalista y un dibujo cuidadoso que modela volúmenes y expresiones de los personajes.
Dominio notable del claroscuro para dotar de volumen y vida a las figuras. La composición está organizada para guiar la mirada del espectador hacia los elementos clave, mediante diagonales suaves y contraposiciones de luz que favorecen una lectura dinámica pero equilibrada.