Retrato de medio cuerpo de un caballero con poblado bigote y perilla ante fondo neutro oscuro. Viste levita oscura sobre chaleco del mismo tono, dejando ver la camisa blanca y corbata de lazo anudada al cuello. Sobre el pecho luce la Gran Cruz de Isabel la Católica y otra condecoración no identificada pende de su cuello.
Los rasgos físicos del rostro del retratado se ven acentuados en su expresividad y carácter por la excelente mano del artista, próximo a Gómez-Moreno González. El retrato, de gran realismo, es un alarde de conocimiento de la psicología del personaje, que mira directamente al espectador, sincero y sereno. Las carnaciones, moduladas en sombras y marcas de la edad mediante el uso de la iluminación, destacan por sus cualidades táctiles.
Asimismo destaca la calidad del trabajo realizado sobre los textiles, donde el oscuro cromatismo parece no obstaculizar la labor del pintor, que utiliza la luz para destacar la volumetría y ligeros pliegues inducidos por la postura del retratado.