Paisaje urbano con claras referencias al paisaje urbano del Albayzín, donde la estructura de las construcciones se disuelve en una suerte de abstracción geométrica que, compuesta en semicírculo, define la vista del barrio granadino.
En primer plano, la silueta de un hombre y un animal al que se podría identificar con un perro, enfatizan la perspectiva y dimensionan la distancia entre el espectador y la mirada al espacio urbano.
El cromatismo contiene la esencia de la arquitectura vernacular heredada por las regiones urbanas de tradición islámica: el blanco de los muros encalados y el ocre rojizo de los tejados cubiertos por teja árabe de cerámica cocida, a los que se suma el verde de los esbeltos cipreses, erguidos en la cima de la colina.