El grabado pertenece a la carpeta "XV Aniversario. Homenaje a Juan Pablo II", proyecto surgido en 1992 y que culmina en el 95. Está integrada por doce aguafuertes originales en la que, además de Chillida y Canogar, participaron Joaquín Vaquero Turcios, Antonio Lorenzo, Elisa Ruiz, Eduardo Naranjo, Joaquín Capa, Oswaldo Guayasamin, Monir Islam, Miguel Condé, Denis Long y Petar (Pedro) Maruna. De cada aguafuerte se estamparon 500 originales cuyas planchas se inutilizaron al final del proceso. La Universidad de Granada posee la carpeta seriada con el número 351/500, cuyos grabados están repartidos en distintas estancias del Hospital Real.
El proyecto surgió con el motivo de financiar el un homenaje con motivo del 15º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, homenaje que nunca se llegó a celebrar. Desde la editorial Solvia, editorial a la que pertenecía Manuel Capa, se había producido una obra en honor al Pontífice la cual fue un autentico fracaso. Para recuperar los beneficios económicos, Capa propuso la creación de una colección de grabados, pero tanto los socios cómo la editorial rechazaron la idea. Aun así, Capa siguió adelante y en 1994 logró que 12 grandes artistas colaboraran en la carpeta de grabados cuyos fondos se destinarían para homenajear al Pontífice. Las ventas comenzaría con el apoyo del nuncio Lajos Kada, pero a finales de 1998 recibió un comunicado desde Roma advirtiéndole del timo y obligando a que se retirará la colección. Hoy en día, sigue sin saberse donde fueron los fondos recaudados. Parece ser que los grabados originales están depositados con la escritura N.10 del protocolo del Notario del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Rafael Canogar (Toledo, 1935). Pintor, escultor y grabador. Uno de los artistas más representativos del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Desde muy temprana edad manifestará su afición por el dibujo. Se traslada a Madrid en 1944, ingresando en el taller del pintor Daniel Vázquez Díaz, al mismo tiempo que obtendrá clases de dibujo del Círculo de Bellas Artes. Viajará a Paris y Roma donde entrará en contacto con las corrientes artísticas que se estaban desarrollando en el momento. A partir de ahí, su obra se orienta hacia la abstracción informalista. Fundará en 1957, junto a otros artistas, el grupo El Paso, lo que supondrá una renovación para la pintura del país. En 1975, volverá a la abstracción y a expresarse con medios exclusivamente plásticos. Poco a poco irá introduciendo trazos, lineas y formas geométricas que le ayudarán a reordenar sus composiciones. Su obra, está dominada por una cuidada tensión entre gestualidad y geometría.
Sobre una mancha gris emergen unos sencillos e irregulares trazos negros, heredados del Informalismo, que recuerdan los graffitis callejeros, que forma cuatro rostros, dos de perfil y dos de frente para componer una cabeza humana reflexiva, tema recurrente en Canogar.
La composición plana dialoga con un lenguaje cercano al diseño y a las influencias del Pop Americano, el trazo negro comparte protagonismo con el blanco del papel, el gris de fondo y la pequeña mancha amarilla que sirve de contrapunto de color. Esta simplificación de la figura y la reducción de su paleta culmina la evolución comenzada por el grupo El Paso, del que formó parte.