Pintura colorista de tema costumbrista revisado desde la contemporaneidad y fuertemente influido por las vanguardias. Dos parejas en primer plano protagonizan una escena de baile en un espacio irreconocible por el espectador, repleto de personas que también danzan.
El marcado dibujo recorta las figuras de las personas representadas en esta instantánea que la artista selecciona en la verbena popular que tiene lugar cualquier verano en cualquier pueblo de la geografía mediterránea. El cromatismo rompe la que podría ser una representación tradicional, con brillantes azules, verdes y magentas utilizados inusualmente, casi a la manera fauvista, con expresivas pinceladas encerradas en los también coloridos contornos que, en un intencionado contraste con las manchas cromáticas que definen las vestimentas y rostros, adquieren gran protagonismo en la representación.
La composición se caracteriza por la intención de la artista de imprimir dinamismo en la escena. El baile, transmitido a partir de formas aspadas y curvas, pero también a partir de una sosegada simetría en primer plano, definida a partir de los cuerpos de las dos parejas que danzan en primer término.
La luz de la fiesta baña el suelo en reflejos de fantásticos colores que permiten al espectador imaginar el contexto a pesar del cerrado plano utilizado para componer la escena.