Representación de un pavo real sobre un formato cuadrado, al pastel. La composición sitúa al animal en el centro, de manera que ocupa casi la totalidad del soporte, con la cola extendida, entre cuyas plumas, deformadas por la poética de la obra, aparecen rostros humanos cuya apariencia nos remite a las máscaras de teatro.
El despliegue del pavo real muestra ojos en sus plumas, que se acercan al plano ocupado por el espectador mientras el animal abre las alas y mira de perfil. La figura, de un amarillo lejano a lo real, se recorta sobre un fondo morado oscuro de matices azules.
En la obra de Miguel Carini conviven la filosofía, la poesía y el color. La filosofía, como espacio de reflexión. La poesía, como fuente de inspiración para la creación de personajes y escenas que trasladan al espectador al exotismo de lo onírico, a lugares de una naturaleza desbordada, habitada por seres extraordinarios. El color, como base para crear ese espacio que transita entre el sueño y la magia, como una herramienta transformadora de personajes, animales y espacio natural, referentes que configuran una mitología tan personal como única.