Se trata de una de las obras de pintura que pasaron a engrosar los fondos patrimoniales de la Universidad de Granada tras la expulsión de los jesuitas y la enajenación de sus bienes en 1769. Participó en la exposición "La Granada del XVII. Arte y Cultura en la época de Alonso Cano". Diciembre de 2001-febrero de 2002. Centro Gran Capitán de Granada.
La escena está pintada en dos planos. En el superior, en medio de un rompimiento de gloria, con cuatro cabezas de ángeles, aparece la Virgen con el Niño Jesús en sus rodillas, vestida de túnica roja y manto azul. Señala con una mano el anagrama "María", y el niño sonriente, señala así mismo el anagrama "J.H.S.", emblema de la Compañía. En el plano inferior, a la izquierda, san Ignacio de Loyola, vestido con casulla, una mano sobre el pecho y mirando hacia lo alto. A la derecha, también arrodillado, y con la mirada elevada, san Francisco Javier, vestido con sobrepelliz y estola, como predicador, y las manos cruzadas sobre el pecho.
El sentido programático de la visión de ambos santos es de apostolado y exaltación mariana, como aclara la gran cartela de la parte inferior del cuadro. La ejecución, llena de colorido y luz, está bien conseguida, con una composición triangular muy ajustada. En la obra aparecen la inscripciones "Ave María" y "J.H.S.", a modo de anagramas señalados por ambas manos del Niño Jesús. Además, en la cartela situada en la parte inferior del cuadro "ANUNCIATE HAEC IN UNI/VERSA TERRA".
El cuadro, de notables carencias técnicas, no presenta novedades reseñables, aparte de la iconografía, dado que se ha servido del tipo de Virgen con el Niño habitual en Pedro Atanasio Bocanegra, y para los santos jesuitas ha empleado modelos de grabados. Precisamente ambos personajes nos sugieren una cronología más tardía. Ardientes defensores de la Inmaculada Concepción de María, los jesuitas profesaron una atención primordial a la Madre de Dios que, tal y como se intenta representar en esta obra, se apareció con frecuencia a San Ignacio y San Francisco Javier. El contenido simbólico resulta bastante explícito, pues el Niño otorga el lema "Jesús Hombre Salvador" a San Ignacio, fundador de la Orden; mientras que la Virgen otorga el "Ave María" al principal predicador de la Compañía en Extremo Oriente.
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