Aunque desconocemos cómo llegó esta pintura hasta la Universidad de Granada, es una iconografía bastante recurrente en el arte del barroco, siendo varios ejemplos los que se conservan en la ciudad de Granada, como la del Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago o la de la iglesia de la Magdalena.
Es un modelo iconográfico que se basa en la pintura que hiciera Guido Reni en el siglo XVI, aunque el modelo de el Niño dormido con la Virgen surge en el siglo XV por la devoción que está surgiendo hacia las representaciones de la Infancia de Cristo en los albores del Humanismo y que tanto se intensificaría con la llegada del naturalismo barroco. Esta forma que establece Reni y que conocemos por las reproducciones de sus seguidores, como la de Giovanni Battista Salvi que se encuentra en la Galería Estense de Módena, es la de objeto de estudio y que sentará las bases para las demás reproducciones del tema.
A pesar de que el modelo estético se basa en la obra de Reni, el Niño dormido, sin embargo, es una composición desarrollada por Bartolomé Esteban Murillo, como la pintura que se conserva en The Wernher Collection (Londres).
Aunque el autor es desconocido, podemos plantear algunos autores de la escuela granadina a los que pudiera atribuírsele o a su círculo cercano como José Risueño.
En esta pintura se representa a la Virgen María arropando al Niño Jesús en una escena maternal, mostrando la cara más humana de la divinidad.La Virgen María aparece sentada en un ambiente íntimo y tranquilo, vestida con un manto azul y túnica roja, colores característicos en las representaciones de la Virgen María, simbolizando la divinidad y la realeza, igual que la humanidad de Cristo y la sangre. Cubre su cabeza un velo blanco que cae sobre sus hombros, cruzando su pecho desde su hombro izquierdo cayendo hacia su brazo derecho, ofreciendo así una diagonal opuesta a su mirada, que le otorga a la composición equilibrio y dinamismo. Su rostro es suave y sereno, con una expresión de paz y amor maternal. Sus ojos están ligeramente bajados observando al Niño Jesús en su regazo.
El Niño, representado como un bebé pequeño, aparece dormido en primer plano, cubierto parcialmente por una tela por su Madre. Su rostro tiene una expresión inocente y su pequeño cuerpo está relajado, sin tensiones, evocando una sensación de vulnerabilidad y ternura.
La composición de la obra es equilibrada, con la Virgen ocupando el centro aunque ligeramente desplazada hacia la derecha de la composición, mientras el Niño, en posición horizontal con un leve escorzo, le da profundidad a la obra. Las sombras juegan sobre su figura y volumen. Los pliegues de la tela son detallados, sugiriendo un delicado movimiento.
El fondo es sencillo y oscuro, con una cortina semi recogida desde el centro hacia la derecha de la composición, dejando entrever un paisaje en un último plano que, debido al estado de conservación de la pintura, resulta difícil interpretar. Resaltan, así, las figuras de la Virgen y el Niño. La luz parece provenir de la parte superior e inferior izquierda, iluminando suavemente los rostros y el cuerpo del niño, mientras crea sombras sutiles en la parte inferior de la obra, que refuerzan la sensación de intimidad.