Según el testimonio del propio autor, la obra fue comprada por un precio de entre 300.000 y 400.000 pesetas, y ha sido utilizado como ilustración de la portada de una novela de Antonio Muñoz Molina.
Juan Vida Arredondo (Granada, 1955) Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Granada en la especialidad de Historia del Arte, compagina en su actividad artística la pintura y el diseño gráfico, ámbito donde comienza a desarrollar gran cantidad de proyectos desde 1977.
Su andadura pública en la pintura comienza en 1968 con su primera exposición en el Centro Artístico y Literario de Granada. Siendo ya un artista reconocido, en 1987 comienza a trabajar con la madrileña Galería Almirante y en 1999 el Museo Gustavo de Maetzu de Estella (Navarra) presenta su primera exposición retrospectiva, a la que le seguirán en 2001 su nombramiento como académico de la Real Academia de Bellas Artes de las Angustias de Granada. En 2002 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas.
Su obra ha recibido numerosas distinciones y premios, así como ha sido expuesta en muestras colectivas e individuales en salas nacionales e internacionales, mereciendo especial mención la exposición titulada “Un cuento chino” por cuanto de autobiográfico hay en ella y por ser una clara muestra de la personalidad del artista.
"El viajero" resulta un buen resumen de la producción desarrollada por Juan Vida en las décadas de los ochenta y los noventa, con obras como La prima de Barcelona (1993) o 14 de julio (1990), con las composiciones de fondo abstracto siempre tan presente en la obra del pintor granadino. El paisaje adquiere gran protagonismo a través del uso de gestuales pinceladas en tonos ocres, rosas y amarillos que lo dotan de gran expresividad en contraste con las manchas de un marrón oscuro, casi negro, que insinúan el perfil de la ciudad que este viajero contempla desde la lejanía.
El pincel se tiñe de negro para dibujar en primer plano la silueta de un personaje anónimo, cubierto con gabardina y sombrero, y que nos da la espalda situándose como espectador de la escena de fondo. En la obra, en una clara referencia a los recuerdos del viaje, se entremezclan fragmentos descontextualizados y emborronados con imágenes icónicas claramente definidas y representadas mediante el uso del collage y la pintura: una mujer-maniquí que parece sacada de una revista de moda y la avioneta despegando en un paisaje aguado y gris.
El gran formato, sumado a la pincelada expresiva cargada de materia, propia del expresionismo abstracto americano, y el uso del color con grandes contrastes, sitúan a Juan Vida en la órbita de José Guerrero, como el propio pintor reconoce y del mismo modo que lo estuvieron tantos otros artistas de la Granada de los ochenta del pasado siglo.