Jesús Conde Ayala (Archidona, Málaga, 1953) es profesor titular en el Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano de la Universidad de Granada, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, del Consejo académico del Programa Cátedras de las Artes y la Cultura de la Fundación Euroárabe de Universidad de Granada desde 2007, y asesor cultural para el Legado Andalusí de Granada entre otras menciones.
Estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla, obteniendo el título de Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Granada con la tesis «Técnicas de impronta en grabado al aguafuerte». Encontramos en su obra diferentes ámbitos de las artes plásticas como el dibujo, el grabado, la ilustración, el diseño y la pintura.
Habiendo realizado su primera exposición colectiva en el palacio de La Madraza de Granada en 1977, cuenta con piezas en las colecciones de instituciones locales como el Museo Casa de los Pisa, el Museo Casa de los Tiros, la Diputación y la Universidad de Granada; nacionales como el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, la Real Academia de Bellas Artes, la Calcográfica Nacional y el Museo Postal y Telegráfico de Madrid, e internacionales como el Museo Ermitage de San Petersburgo, el Museo de Arte de Vassa (Finlandia), el Museo Olímpico de Lausanne (Suiza), la Galería de Arte de la Unión de Pintores de Bielorrusia o el Museo Nacional de Lituania Galería Nacional del Arte Moderno (República Dominicana).
No podríamos entender la pintura de Jesús Conde sin su visión de la arquitectura, que es utilizada en multitud de ocasiones como único elemento protagonista de su obra. Desde Níger a La Habana, pasando por múltiples rincones de Granada, el pintor recrea diversas edificaciones o fragmentos de estas y las envuelve de la atmósfera del lugar a través de la luz y el color, prestando siempre gran atención a la perspectiva y a los detalles, que son una muestra de la habilidad dibujística del artista.
Haciendo uso de formatos tan diferentes como la tela sobre bastidor cuadrangular o redondo, el óleo parece invadir la composición desde los bordes que en ocasiones trabaja técnicamente con gesto inacabado, otras abstracto, dotando a la obra de contrastes de realismo e irrealidad.
En “Níger” el artista analiza la construcción y la contextualiza en su entorno urbano a través de sombras proyectadas sobre la fachada y haciendo uso de la perspectiva enfatizada en un punto de fuga lateral.
Cromáticamente, los tonos siena y rojizos de la tierra y las edificaciones recrean a la perfección las texturas del adobe y contrastan con un cielo en el que se entremezclan los morados, azules, verdes y amarillos pastel, recreando un ambiente denso y caluroso, pesado, propio de los territorios centroafricanos, donde el dintel abierto, sin puerta, parece ofrecer un oasis de frescor al viajero.