Objeto (Artístico): Milagro de San Antonio de Padua

Se trata de una iconografía poco frecuente dentro de la plástica franciscana, el tema hace referencia al hecho milagroso de que una mula hambrienta, gracias a la intervención de San Antonio, eligiese adorar la Eucaristía antes que comer la cebada. Destaca la figura de San Antonio, a la derecha de la composición, que en esta obra se representa como presbítero, vistiendo la ropa litúrgica, alba y casulla, sobre el hábito franciscano y sosteniendo con ambas manos una hostia consagrada. Está asistido por un fraile franciscano que ilumina y sacraliza la escena con un cirio encendido. Arrodillado en el suelo, junto a la mula, hay también un hombre semidesnudo, y tras ambos, en la mitad izquierda de la obra, aparecen tres personajes en actitud de asombro, ataviados a la usanza hebrea, con manto y turbante; en el central, con la cara iluminada, el hereje que habría prometido creer en la presencia real de Cristo en la Eucaristía si el animal se inclinaba ante ésta desechando la avena que él mismo le ofrecía.  

El fondo de la escena, con la línea del horizonte a media altura, muestra una paleta rojiza y un celaje de recios y oscuros nubarrones.

Es una de las obras más destacadas de Juan de Sevilla, quizás por la corrección compositiva y dibujística que muestra, así como por la valoración de luces y sombras, propias del momento de madurez en el que se realiza. Debió inspirarse, a través de grabados, en cuadros que con el mismo tema había realizado Van Dyck  a cuya composición añadió elementos propios de su plástica como son los personajes tocados con turbantes o la figura masculina vuelta de espaldas con el torso descubierto.