Ante la inexistencia de medios técnicos más avanzados, las pinturas y acuarelas anatómicas sirvieron como un catálogo pictórico de diferentes enfermedades, de manera que pintores y escultores ocupaban un lugar importante en las Facultades de Medicina todavía a comienzos del siglo XX. La acuarela, al igual que ocurría con los paisajes costumbristas, se prestó como una técnica especialmente útil por su facilidad de trabajo y transporte, y por su rapidez de secado.
Retrato masculino frontal de busto. El representado no es ni un político, ni un intelectual, ni un familiar del pintor, sino un paciente. El propósito de esta acuarela no es representar a José Blanco Olivera, sino dejar constancia gráfica su enfermedad, convirtiéndose la pieza en una suerte de ficha del paciente para el médico, gracias a la anotación que se encuentra en el margen inferior de la obra "José Blanco Olivera. 78 años - Soltero / de Castel de Ferro".
La silueta del retratado se recorta sobre un fondo grisáceo azulado neutro, sobre el que aparece la imagen de un hombre en edad adulta, con el cabello cano, casi blanco, y la cabeza ligeramente baja, en cuyo rostro llama la atención una tumoración de gran tamaño y tonalidad marrón sobre la nariz. Viste chaqueta gris y camisa blanca.
La pieza no destaca por enmarcarse en una estética depurada, si bien la técnica es acertada a la hora de transmitir luz, forma y color, con un evidente dominio de la técnica por parte del artista.